domingo, 28 de diciembre de 2008

La confesión... de los pecados

Escena de Michael Corleone con el Cardenal Lamberto en El Padrino III:



-La mente sufre y el cuerpo llora.
-Es verdad.
-¿Querría usted confesarse?
-Su eminencia, yo... hace tanto tiempo. No sabría, no sabría donde... han pasado muchos años. Me tomaría demasiado de su tiempo, creo.
-Siempre tengo tiempo para salvar almas.
-Bueno yo ya no puedo redimirme.
-Escucho las confesiones de mis propios sacerdotes aquí. A veces el deseo de confesarse es inmenso y debemos buscar el momento.
-¿Qué sentido tiene confesarme si no me arrepiento?
-Creo que es usted un hombre práctico. ¿Qué tiene que perder? Adelante.
-Yo... he traicionado a mi esposa.
-Adelante, hijo mío.
-Me he traicionado a mi mismo. He matado a hombres y he ordenado que mataran a hombres.
-Sigue, hijo mío. Sigue.
-Es inútil.
-Sigue, hijo mío.
-Yo maté... yo ordené la muerte de mi hermano. Me había hecho daño. Yo maté al hijo de mi madre. Yo maté al hijo de mi padre.
-Tus pecados son terribles y es justo que sufras. Tu vida sería redimida, pero sé que no crees en eso y no cambiarás.
Ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti.


¿Qué pensais? ¿Como veis la confesión? ¿Es algo sagrado o simplemente humano?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Quién dice qué es pecado y qué no?
Negocio redondo

Anónimo dijo...

que cada uno sea capaz de pensar si lo que hace está bien o no, y después tb ser capaz de arrepentirse, cosa que no es fácil. Si después quiere confesarse... cosa suya

Anónimo dijo...

qué grande Al Pacino!

Anónimo dijo...

Qué mejor confesor de pecados que la propia conciencia?