miércoles, 29 de febrero de 2012

El Largo de Xerxes... el 29 de febrero

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Maravilla de las maravillas para una fecha que nos visita cada 4 años... Hoy estaba pensando, leyendo una revista, que quizá dentro de mucho tiempo, se estudien estos años como parte de un momento de cambio, de inflexión, o simplemente como una enorme Depresión, como ahora se ve 1929.
El Largo de la ópera Xerxes de Georg Friedrich Haendel... estrenada en Londres en 1738.


lunes, 27 de febrero de 2012

Comentarios drásticos... de mañana

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Vaya mes de febrero más raro he tenido, y no por ser año bisiesto. Entre el viaje de trabajo a las Américas y que he estado con un gripazo de escándalo aqui nos encontramos casi a día 29...

A cuenta de las urdangarinadas, las movidas de Valencia, los saqueos varios por todo el país y por toda Europa, hoy he escuchado una de esas frases que a uno le reconfortan: "En este país se fusila poco"... La verdad que viendo el percal, y lo que es peor el paisanaje que lo justifica dan ganas de darle la razón.

Vamos con una mágica versión de "tunnel of love" de los Dire Straits, de 1980 nada menos (van ya 32 años, nos hacemos mayores...)

domingo, 19 de febrero de 2012

Regreso a la vieja Europa... con Theodorakis

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Después de semana y pico por la Florida, he vuelto a casa, a la deprimida Europa. Donde quizá los griegos, como tantas veces, nos marcan el camino.

Mikis Theodorakis compuso esta maravilla para la película... sí, para esa película.

Queda tanto por hacer, tanto por ver, el mundo no será igual. De nosotros depende que sea peor o mejor.

jueves, 9 de febrero de 2012

Los buenos viejos tiempos... por Monty Python

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Four yorkshire men por los Monty Python.

PRIMERO : Sí, muy bueno, muy bueno ese risotto
SEGUNDO :
Nada como un buen vaso de Château de Chasselas, eh, Josiah?
TERCERO :
Tienes razón, Obadiah
CUARTO :
¿Quién hubiese pensado hace treinta años que estaríamos sentados bebiendo Château de Chasselas, eh?
PRIMERO :
En esos días teníamos que estar agradecidos por tener para una taza de té
SEGUNDO :
Una copa de té frío
CUARTO :
Sin leche ni azúcar
TERCERO : O té
PRIMERO :
En una taza rota y todo
CUARTO :
Oh, nosotros nunca tuvimos una taza. Solíamos beberlo en un cucurucho de periódico
SEGUNDO :
Lo mejor que conseguimos era chuparlo de un trapo mojado
TERCERO : Pero sabes, eramos felices en aquellos tiempos, aunque fueramos pobres
PRIMERO :
Porque éramos pobres. Mi viejo padre solía decirme “el dinero no compra la felicidad, hijo”
CUARTO : Oh, sí que tenía razón
PRIMERO : Sí que la tenía
CUARTO :
Yo era más feliz entonces y no tenía nada. Solíamos vivir en una pequeña y vieja casa con grandes agujeros en el techo
SEGUNDO :
Casa! Teníais suerte de vivir en una casa! Nosotros vivíamos en una habitación, los 26, sin muebles, faltaba la mitad del suelo y todos estábamos apretados en una esquina por miedo a caernos
TERCERO : Eh, teníais suerte de tener una habitación! Nosotros solíamos vivir en el pasillo
PRIMERO :
Oh, solíamos soñar con vivir en un pasillo! Habría sido un palacio para nosotros. Solíamos vivir en un tanque viejo de agua en un vertedero. Nos despertábamos cada mañana con un montón de pescado podrido encima de nosotros! Casa? Huh
CUARTO :
Bueno, cuando digo ‘casa’ solo era un hoyo en el suelo cubierto con una lona, pero era una casa para nosotros
SEGUNDO :
Nosotros fuimos desahuciados de nuestro “agujero en el suelo” y tuvimos que ir a vivir al lago
TERCERO :
Teníais suerte de tener un lago! Nosotros eramos 150 y vivíamos en una caja de zapatos en mitad de la carretera
PRIMERO :
Una caja de cartón?
TERCERO :

PRIMERO : Que suerte teníais. Nosotros vivimos durante tres meses en una bolsa de papel en un tanque séptico. Teníamos que despertarnos a las 6 de la mañana, limpiar la bolsa de papel, comer un mendrugo de pan rancio, ir a trabajar sin descanso 14 horas al día, todas las semanas, por 6 peniques a la semana, y cuando volvíamos a casa nuestro padre nos golpeaba con su cinturón antes de dormir
SEGUNDO :
Lujos. Solíamos salir del lago a las 6 en punto de la mañana, limpiar el lago, comer un puñado de piedras, trabajar 20 horas al día hasta reventar por 2 peniques al mes, llegar a casa y nuestro padre nos pegaría antes de dormir con una botella rota, si teníamos suerte!
TERCERO :
Bueno, desde luego, fue duro. Solíamos salir de la caja de zapatos a las 12 de la noche y limpiar con la lengua la carretera. Teníamos 2 trozos de frías piedras, trabajamos 24 horas al día por 6 peniques cada 4 años, y cuando llegabamos a casa nuestro padre nos partiría en dos con el cuchillo del pan.
CUARTO :
Cierto. Yo me levantaba por las mañanas a las 10 de la noche, media hora antes de irme a dormir, bebía una taza de ácido sulfúrico, trabajaba 29 horas al día, e incluso pagaba al dueño por dejarme trabajar allí, y cuando llegaba a casa nuestro padre y nuestra madre nos mataban y bailaban sobre nuestras tumbas cantando Aleluya
PRIMERO :
Si intentas contarle esto a los jovenes de hoy en día… no te creerán
TODOS:
No lo harán!!

miércoles, 1 de febrero de 2012

Historia de sabiduría... en El Cairo

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Vieja historia que apareció hace mucho tiempo en este blog y que había escuchado en un programa de radio que no recuerdo bien:

Cuentan los hombres dignos de fe (pero sólo Alá es omnisciente y poderoso y misericordioso y no duerme) que hubo en El Cairo un hombre poseedor de riquezas, pero tan magnánimo y liberal que todas las perdió, menos la casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan. Trabajó tanto que el sueño lo rindió debajo de una higuera de su jardín y vio en el sueño a un desconocido que le dijo:
-Tu fortuna está en Persia, en Isfaján; vete a buscarla.
A la madrugada siguiente se despertó y emprendió el largo viaje y afrontó los peligros de los desiertos, de los idólatras, de los ríos, de las fieras y de los hombres. Llegó al fin a Isfaján, pero en el recinto de esa ciudad lo sorprendió la noche y se tendió a dormir en el patio de una mezquita. Había, junto a la mezquita, una casa y por el decreto de Dios Todopoderoso una pandilla de ladrones atravesó la mezquita y se metió en la casa, y las personas que dormían se despertaron y pidieron socorro. Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió con sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea. El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo y lo llevaron a la cárcel. El juez lo hizo comparecer y le dijo:
-¿Quién eres y cuál es tu patria?
El hombre declaró:
-Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Yacub El Magrebí.
El juez le preguntó:
-¿Qué te trajo a Persia?
El hombre optó por la verdad y le dijo:
-Un hombre me ordenó en un sueño que viniera a Isfaján, porque ahí estaba mi fortuna. Ya estoy en Isfaján y veo que la fortuna que me prometió ha de ser esta cárcel.
El juez echó a reír.
-Hombre desatinado -le dijo-, tres veces he soñado con una casa en la ciudad de El Cairo, en cuyo fondo hay un jardín. Y en el jardín un reloj de sol y después del reloj de sol, una higuera, y bajo la higuera un tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tú, sin embargo, has errado de ciudad en ciudad, bajo la sola fe de tu sueño. Que no vuelva a verte en Isfaján. Toma estas monedas y vete.
El hombre las tomó y regresó a la patria. Debajo de la higuera de su casa (que era la del sueño del juez) desenterró el tesoro. Así Dios le dio bendición y lo recompensó y exaltó. Dios es el Generoso, el Oculto.
Gustav Weil, escritor y arabista alemán (1808-1889)