También nos acercamos a Monteriggioni al poco de salir de Siena. Un pueblo muy pequeño, una fortificación más bien, donde comimos francamente bien tras una calorina toscana de las que hacen que se caigan los pájaros.
Nos pareció más bonito el camino que lleva a Monteriggioni que la villa en sí.
Aun así valió la pena parar en la ciudad que Dante describió, comparandolo con una parte de su infierno:
"De la misma manera que
Montereggioni corona de torres su recinto amurallado,
así, por el borde que rodea el pozo
se elevaban como torres y hasta la mitad del cuerpo
los horribles gigantes a quienes aún amenaza
Júpiter desde lo alto del cielo cuanto truena"
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