La confusión del pensamiento y del sentimiento lleva a la confusión del lenguaje, mucha gente, que está realmente criticando al capitalismo como modo de vida, argumenta como si lo estuviera haciendo sobre la base de su ineficiencia para alcanzar sus propios objetivos. Por el contrario, los devotos del capitalismo son a menudo indebidamente conservadores, y rechazan las reformas de su técnica, que podrían realmente reforzado y conservado por miedo de que puedan resultar ser los primeros pasos hacia fuera del propio capitalismo. Sin embargo, puede llegar un día en el que veamos más claro que ahora cuándo estamos hablando del capitalismo como una técnica eficiente o ineficiente, y cuándo estamos hablando de él como algo deseable o cuestionable en sí mismo. Por mi parte, pienso que el capitalismo, dirigido con sensatez, puede probablemente hacerse más eficiente para alcanzar fines económicos que cualquier sistema alternativo a la vista, pero que en sí mismo es en muchos sentidos extremadamente cuestionable. Nuestro problema es construir una organización social que sea lo más eficiente posible sin contrariar nuestra idea de un modo de vida satisfactorio.
El siguiente paso adelante debe venir, no de la agitación política o de los experimentos prematuros, sino del pensamiento. Necesitamos aclarar nuestros propios sentimientos mediante un esfuerzo de la mente. En la actualidad, nuestra simpatía y nuestra opinión propenden a estar en lados diferentes, lo que constituye un estado mental angustiado y paralizante. En el campo de la acción, los reformadores no tendrán éxito hasta que puedan perseguir firmemente un objetivo claro y definido, con sus inteligencias y sentimientos en sintonía. No hay ningún partido en el mundo, en el momento actual, que me parezca estar persiguiendo objetivos correctos por medio de métodos correctos. La pobreza material proporciona el incentivo para cambiar precisamente en situaciones en las que hay muy poco margen para la experimentación. La prosperidad material suprime el incentivo precisamente cuando no sería arriesgado probar suerte. Europa carece de medios, América de la voluntad, para dar algún paso. Necesitamos una nueva serie de convicciones que broten naturalmente de un sincero examen de nuestros propios sentimientos íntimos en relación con los hechos exteriores.
"El final del laissez-faire" (1926)
John Maynard Keynes, pensador y economista inglés (1883-1946)
La música la pone el genio Tom Waits con "Tango til they're sore"
3 comentarios:
qué espeso.........
"(...)dirigido con sensatez (...)", he ahí el problema. ¿Quién no se cree capaz de ser sensato? ¿cuál es la medida de la sensatez?
A mí me parece que "sensato" es aplicar el principio de redistribución de la riqueza a través de los impuestos sobre el beneficio individual, pero ... ¿acaso otros no piensan que mi opinión es insensata, y aún peor, injusta?
buff, muy profundo
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