domingo, 1 de abril de 2007

La Iglesia sigue... como hace siglos

El obispado de Madrid finalmente ha decidido esta semana tomar represalias contra la Parroquia de San Carlos Borromeo en Entrevías, que dirige Enrique de Castro. Este sacerdote suele colaborar en Onda Cero los domingos y es una persona muy interesante y que tiene mucho que decir. He encontrado un artículo de Javier Ortiz sobre su visita a esa iglesia:

El Tercer Mundo de ahí al lado Mesa redonda sobre la aplicación aberrante de la Ley del Menor y su tratamiento informativo. Ayer, en la Parroquia de San Carlos Borromeo, en Entrevías. La regenta el cura Enrique de Castro, viejo luchador de mil lides. Se suponía que debíamos intervenir Eduardo Haro Teglen, José Luis Martín Prieto y yo. Refractario a la impuntualidad, decidí acercarme con tiempo: no sabía ni dónde estaba la Parroquia ni con qué circulación me iba a topar por el camino. Finalmente, llegué con bastante antelación.
La iglesiuca, con una extraña forma de ermita campestre, estaba cerrada todavía. Un barbudo con aspecto de sin techo me gritó: «¡Ahora abren, jefe! ¡A las siete y media!». Eché una ojeada a la fachada, llena de pintadas, presididas por un cartel de publicidad de un restaurante chino. Jamás había visto publicidad en una iglesia. Bueno, sí, en sentido amplio. Pero no como ésta. Aproveché para pasear por el barrio. Me vi sumergido en otro mundo. Los comercios, las conversaciones –incluso el idioma: el modo de hablarlo–, las vestimentas... Me sentí en otro país, en otro continente. La madre diciéndole a la hija embarazada, jovencísima: «¡Pues yo no conozco a nadie que se llame Melodía!». La tienda de «El Pinturas». El dependiente de comestibles, chino, con su niña sentada en el cochecito, detrás del mostrador, mirándola preocupado («¿Pol qué llola?»)... Era un extraño. Y se daban cuenta. Estoy acostumbrado a hablar de la pobreza; no a verla. Y está claro que la pobreza tampoco tiene costumbre de verme a mí. Aquello fue sólo el arranque de un viaje iniciático por el Tercer Mundo del Primer Mundo, que duraría hasta las tres y media de la mañana. Porque luego vino la charla en esa iglesia que ya no es iglesia –o no lo es según los cánones tradicionales–, y mi perorata intelectual, vergonzosa, ridículamente abstracta, seguida del testimonio apasionado de un periodista de Canal Sur Radio que lleva un programa sobre presos o, mejor dicho, con presos, y un coloquio vivísimo de más de dos horas, cualquier cosa menos convencional, en el que fueron saliendo a borbotones los casos de injusticia palmaria protagonizados por funcionarios de un Estado orwelliano para los que una familia pobre es sólo un grupo de riesgo, y la cena posterior con veinte de ellos –más y más testimonios: Dios mío, qué angustia–, y también las risas, cómo no, y la sencillez, y las muestras de afecto... Esta mañana me he levantado con la sensación de que la noche de ayer me cambió algo. Algo por dentro. O por fuera. No sé qué. Ah, me olvidaba: Martín Prieto y Haro Teglen no se presentaron.
(4-XII-2001) Javier Ortiz (link)

Más sobre la persona que lleva esa iglesia en una breve entrevista-semblanza que le hizo El Mundo llamada "un cura como dios manda" en 1999 (link) anda que menuda perla suelta: "Vale, pero no me presentes como a Teresa de Calcuta. No hay cosa que más me joda. Además, basta que alguien te lisonjee para descubrir tus propias contradiciones. Y si la gente se fija en ti, te enjaula"

La foto es de otro al que le iba la marcha, nada menos que el inolvidable Pedro Arrupe. Y otro día pues hablaremos de las "medidas" de El Vaticano contra Jon Sobrino.
Para escuchar... "Sodade" por la caboverdiana Cesaria Évora y la griega Eleftheria Arvanitaki...

2 comentarios:

María dijo...

Flipante...
:S

Anónimo dijo...

¿Aquí sería aplicable alguna de las bienaventuranzas que ponías en un post unas semanas atrás? Supongo que sí, ¿no?