Los lectores preguntan a Eduardo Punset (link) ¿Por qué se protege más a las minorías? Juanfran Pérez B. Correo electrónico
El pecado de los viajeros abandonados recientemente a su suerte en algún aeropuerto europeo no fue otro que comportarse como la gran mayoría de los ciudadanos: querían, simplemente, disfrutar de unas cortas y caras vacaciones después de meses de duro trabajo. Pero ni el Estado ni las empresas ni las instituciones sociales habían previsto remedio alguno para las dificultades que se encontró esa gran mayoría.
A la gran mayoría o se la deja que se las arregle solita para salir de apuros o se la somete a exacciones constantes que le producen desasosiegos infinitos: límites de velocidad cambiantes, niveles de impuestos injustificados, colas para conseguir la guardería para los niños o la escuela más adecuada… Lo peor que le puede pasar al ciudadano corriente, a las mujeres y hombres de la calle, es formar parte de la inmensa mayoría a la que no le pasa nada. Para que se ocupen de ti, querido lector, te tiene que pasar algo. Debes formar parte de una minoría, no de la mayoría.
Las minorías son pequeñas, pero variadas. Destaca el embrujo que ejercen sobre los medios de comunicación y, muy a menudo, sobre los recursos del Estado, en comparación con los que éste dedica a la inmensa mayoría. Vale la pena aludir con su nombre a las distintas minorías que han sido objeto de atención y cuidado por parte de las clases dirigentes, en gran parte gracias a haberse ganado a pulso el favor de la opinión pública. Los defensores del reconocimiento de los derechos de los colectivos gays –un colectivo discriminado hasta el exorcismo en el pasado muy reciente– constituyen un ejemplo de grupo minoritario que ha conseguido recabar la atención del Estado y de los medios.
¿Otros ejemplos de sectores minoritarios de los que se ocupan los Estados y los medios de información? Hay muchos. Por ejemplo, la presión social ha conseguido que se atiendan los problemas de un sector minoritario, en detrimento de la mayoría, en el ámbito de las residencias para la tercera edad. ¿Dónde pueden vivir decentemente y ser cuidados adecuadamente, después de una vida abnegada, los pensionistas? Si son muy pobres, puede que encuentren una residencia para ancianos a precios y calidades abordables. Si son muy ricos, con mayor facilidad. La inmensa mayoría –los que no son muy pobres ni muy ricos– no tiene salida.
Al comparar la atención prestada a las injusticias impuestas a sectores minoritarios con la indefensión generalizada de las grandes mayorías en la vida cotidiana resulta que no hay color. ¿Alguien se ha entretenido en medir el nivel de violencia generado en todo el mundo por habernos negado durante miles de años a enseñar a los jóvenes que hacía falta saber ponerse en el lugar de los otros? ¿Hasta cuándo se va a permitir que las grandes mayorías se incorporen a la vida adulta sin haber oído jamás hablar de altruismos y empatía?
¿A cuántos de mis lectores les gustaría conocer en detalle las cartas de lectores que forman parte de las grandes mayorías? Muchos de ellos exponen su desamparo ante un gran amor incomprendido; otros, los dilemas lacerantes que provoca la formación de los bebés y de los niños porque nadie se ha ocupado del aprendizaje de las emociones con que venimos al mundo; muchos otros necesitan que alguien los ilustre sobre las consecuencias del odio y del desprecio, la gestión de la sorpresa, el control de la rabia. En definitiva, saber lo que nos pasa a todos por dentro y no sólo lo que les pasa a unos pocos desde fuera.
Eduardo Punset.
La música la pone T-Rex con "20th Century Boy"
1 comentario:
La verdad es que tiene bastante razón, en lo de las mayorías y en lo de la educación, el gran problemón, creo.
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