miércoles, 1 de agosto de 2007

El Otro Yo... por Mario Benedetti

EL OTRO YO
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la naríz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente , se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse imcómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañama siguiente se habia suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas.
Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.
Mario Benedetti, escritor uruguayo (1920)
Link en Ciudad Seva.

La foto es real de la Luna y el Sol en el Polo Norte.
Coldplay canta "The scientist"
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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Es bonito el relato, la foto y la canción.
No es fácil comportarse siempre igual, incluso a veces se puede parecer incoherente. Creo.

Anónimo dijo...

Qué chulada de foto.
La historia también está bien. Estoy completamente de acuerdo: todos tenemos varias personalidades ahí metidas, y en función de la situación una domina frente a la otra.
La coña es cuando toma las riendas la que precisamente quieres que se esté calladita en ese momento. Qué lío...

Yo siempre estoy luchando entre mi "Yo racional" y mi "Yo visceral". Cuántos disgustos me ahorraría si escuchara más al primero.
Pero no puedo, no me sale.
Siempre me puede el corazón y los sentimientos (sean de amor o de odio).
Eso sí, normalmente, el racional es el que sale a la calle, va a trabajar y se ríe en las cenas. El otro es el que realmente me mueve en la vida.

Y pese a todo, a pesar de las lágrimas, de los disgustos y de las veces que me estampo contra los muros, me encanta sentir la vida así: Me encanta "pisar y salirme de la línea", muchas veces de un modo irracional e incoherente.
Porque al final, eso es lo único que te hace sentir vivo.
Y porque casi siempre, al final hay un por qué.

Anónimo dijo...

Joder, la foto es preciosa!!

Leon dijo...

La foto creo que es de National Geographic y no tiene ningún tipo de truco.
La historia como dice Low_on_vacation es real, todos tenemos dos (o tres) partes peleando. Hay que aprender a convivirse uno mismo, con todo lo difícil que pueda ser.

Anónimo dijo...

¡Jo, que historia! La he leído en mal momentto, creo, porque me he quedado muy triste (aunque me ha encantado). La verdad es que todo lo que decis es muy cierto. Todos tenemos varias personalidades (aunque haya una que generalmente nos domine): una en el trabajo, una con los amigos, otra en la intimidad de casa ....., lo importante es dejarlas convivir en paz y aceptarlas cada una con lo que tiene. Al fin y al cabo, todas ellas nos hacen ser como somos.

Viv. dijo...

Démosle una oportunidad a cada uno de los yo que llevamos dentro y a los que aún no hemos concebido; abrazos desde Montevideo.