Este discurso es muy recomendable. Sobre lo que pasaba en 1977, sobre lo que pasa hoy.
Y sobre como deberían comportarse los administradores de la Cosa Pública. Enrique Fuentes Quintana, ministro de Economía, tratando a los ciudadanos como adultos.
"Buenas noches, permitanme ustedes que les quite unos minutos de su tiempo en esta hora familiar, que se lo quite para hablares de un tema siempre enojoso, la economía. Pero ustedes saben que a los temas enojosos hay que hacerles frente y cuanto antes mejor. Yo no soy una persona con vocación por la política activa, mis aficiones han ido siempre por otro rumbo y si en esta ocasión he accedido a la llamada del presidente Suarez para que me hiciera cargo de la dirección de la política económica no ha sido porque creyera que el momento era favorable y que la tarea que me esperaba era fácil y sencilla. Todo lo contrario, sé que tengo por delante una misión difícil, dura y desagradable. Y he hecho lo que he creído que era mi deber en un momento en que los momentos planteados exigen la colaboración responsable de todos los ciudadanos. De todos. Esto es lo primero que quiero decirles esta noche.
Las soluciones de los problemas económicas nunca son económicas si no políticas. No hay oscuras fórmulas técnicas que permitan resolver las dificultades en un clima de gabinete. Los problemas económicos de un país solo pueden superarse mediante el esfuerzo y la colaboración de todos. Y ese esfuerzo y esa colaboración son lo que, a fin de cuentas, vengo a pedirles a ustedes, porque sin ellos poco podríamos hacer.
Sé desde luego que solo puede esperar esa colaboración un gobierno en quien ustedes confíen como veraz y que les merezca credibilidad. Y sé que esa confianza tendremos que ganarla día a día, con palabras de verdad y hechos que respondan a esas palabras.
Yo deseo empezar esta misma noche a hacer méritos para ganar su confianza, tratando de exponerles y no ocultarles los graves problemas que tiene planteados nuestra economía.
Porque entiendo que mi primer deber es compromiso de la claridad. Que la información del Gobierno sea su información, para que cada ciudadano forme su juicio personal y decida libremente su actitud y su conducta.
Ustedes intuyen, y comprenden desde luego esos problemas, sin necesidad de que venga yo aqui a decirselo. Porque la economía es cuestión de experiencia y de sentido común, y ustedes poseen ambas cosas en abundancia. Si las sufridas amas de casa vuelven desanimadas cada día del mercado y constatan con mayor precisión que cualquier índice de precios que el coste de la vida sube, es que las cosas no van bien. Porque una carrera de precios no puede llevar a ningun pais a ninguna parte.
Si un número creciente de personas, hombres y mujeres, jóvenes y otros que ya han dejado de serlo, ven frustrada la posibilidad de ejercer su más noble derecho, el derecho a trabajar, es que las cosas no van bien, porque la sociedad no puede aceptar un paro elevado y creciente como algo normal y tolerable.
Si ustedes leen cada día que el valor de nuestras compras al extranjero supera fuertemente al valor de los bienes y servicios que vendemos al resto del mundo, es que las cosas no van bien, porque una sociedad es, en este aspecto, en todo semejante a una familia. Y si insiste en gastar más de lo que ingresa acabará por agotar sus ahorros y su crédito.
Todo esto lo saben ustedes, y saben por tanto que las cosas económicas no van como todos desearíamos en esta hora decisiva de la llegada de la democracia. Yo apenas puedo añadir más que la precisión de algunas cifras, puedo decirles que mientras la gran mayoría de los países industriales ha conseguido en dos años, con gran esfuerzo, reducir a la mitad la velocidad a la que aumentaban sus precios, nosotros hemos doblado esa velocidad en el mismo tiempo y puedo añadir que si el coste de la vida se elevó en un 19% aproximadamente en 1976, este año lleva camino de aumentar bastante más, casi un 30% si no ponemos algun remedio.
Puedo decirles que el número de parados ha superado el 5% de la población trabajadora y puedo decirles que nuestro déficit con el extranjero en mercancías y servicios, que significaba 3.500 millones de dólares en 1975 pasaba a 4.200 millones en 1976 y que lleva camino en el año actual de alcanzar los 5.000 millones de dólares si no actuamos con la decisión debida.
Basta examinar estas cifras, para comprender lo que es obvio. Que la economía no puede seguir, si queremos un futuro bienestar para nosotros y para nuestros hijos.
Los problemas económicos que tenemos planteados son dificiles y son además complejos. La situación de la economía española no autoriza a nadie a proponer ni a prometer soluciones fáciles. Quien lo haga no construye democracia, practica la demagogia. Porque nuestros problemas son por una parte problemas profundos heredados del proceso de crecimiento económico rápido y desordenado del pasado, con defectos y desequilibrios que no se remediaron a su tiempo y a su hora, además a medida que pasaban los años comenzamos a experimentar necesidades de un orden más elevado. Queríamos más y mejor educación para nuestros hijos, queríamos más y mejor asistencia sanitaria, queríamos unas ciudades y unos pueblos con rostro humano.
Pero nuestra sociedad que tan rápidamente había aumentado la producción de mercancías, había desatendido este campo de las necesidades sociales. Y así hemos venido padeciendo una crisis continua en terrenos como la educación y la sanidad. Y hemos de soportar una infraestructura social escasa, que se nos ha quedado pequeña y soportar un medio rural empobrecido y unas ciudades víctimas de la especulación y de una urbanización defectuosa.
Todos esos problemas pesan sobre la situación actual pero tenemos que ser conscientes, sin embargo, de que los problemas más acuciantes. Los problemas que más nos acosan de modo inmediato e impiden atender adecuadamente a esos otros que he mencionado.
Su causa más inmediata es la crisis del petróleo, que ha impuesto un empobrecimiento automático, instantaneo, súbito y brutal a este país que no he hemos querido reconocer y aceptar.
También aquí la experiencia y el sentido común de la economía familiar son todo lo que se necesita para comprender el problema. A partir de la crisis del petróleo, España ha visto encarecidas sus compras al resto del mundo respecto de sus ventas en un 25%. Piensen ustedes ahora en una familia que se encontrara con que todo lo que necesitara para hacer frente a sus necesidades ha aumentado de precio por término medio un 25%, pero que lo que ella vende, su trabajo o las mercancías que produce no han variado de precio. Desde luego, lo único que esa familia no puede hacer es ignorar esa situación y seguir viviendo como si nada hubiera ocurrido.
Pues bien, ese comportamiento ha sido el de nuestra economía y eso es lo que no puede seguirse haciendo.
Nuestro país ha vivido con asombrosa madurez un proceso profundo de cambio político y ha mostrado un vivo deseo de libertad y democracia. Y las dificultades de ese proceso han absorbido la atención del gobierno anterior. Pero ha llegado la hora de la economía, porque si no resolvemos con decisión nuestros problemas económicos no solo se verá amenazado el futuro de nuestro bienestar material, si no que quedarán expuestas a grave riesgo las propias instituciones democráticas.
Necesitamos dominar la inflación, porque solo así lograremos resolver el problema del paro de modo duradero. Reducir nuestro déficit con el resto del mundo y caminar hacia una sociedad más justa. Pero necesitamos abordar los problemas en su raíz, con profundidad y con justicia, sin miedo a las reformas. Articulando el tratamiento de las dificultades a corto plazo con la corrección de los problemas a más largo plazo. Tenemos que abordar la construcción de nuestro futuro económico sobre bases firmes. Y nada se construye sin esfuerzo y sin perseverancia, porque la solución de los problemas con los que nos enfrentamos pide tiempo, continuidad en el esfuerzo y no pueden remediarse por nadie en unos meses.
El Gobierno no puede ofrecerles solo palabras complacientes porque está convencido de que la superación de nuestros difíciles problemas solo será posible mediante un esfuerzo solidario de todos. En la vida pública, como ha dicho repetidas veces el presidente Suárez, no hay milagros. Y esto es especialmente verdad en el campo de la economía.
Pero el Gobierno, que solicita la colaboración de los ciudadanos, y que no quiere ocultar los esfuerzos y sacrificios que serán necesarios para superar las actuales dificultades económicas, también quiere asumir firmemente unos compromisos ante ustedes, unos compromisos a los que responderán las medidas de su política económica.
1º Que dentro de ese esfuerzo colectivo los intereses de las clases modestas y populares serán especialmente protegidos.
2º Que el Gobierno está decidido a utilizar a fondo la política de ingresos y gastos públicos como verdadero instrumento de mejora de distribución de la renta y de la riqueza y que de modo especial, la reforma fiscal va a dejar de ser una expresión irónica para convertirse en una realidad muy cercana. Y que en consecuencia al esfuerzo colectivo deberá contribuir cada grupo social de acuerdo con sus posibilidades económicas efectivas.
3º Que los problemas serán abordados desde la creencia firme en las ventajas de la libertad económica y de la economía de mercado. En la fuerza creadora de la libertad, buscando eliminar los intervencionismos ineficientes y esterilmente centralizadores. Pero que esa creencia será compatible con una falta de temor a las reformas necesarias y a las intervenciones adecuadas para cortar aberraciones del mercado, tales como las que se expresan en esa lacra improductiva que es la especulación del suelo.
Y en fin que el gobierno se propone abordar los problemas de conformidad con el contexto democrático en que vivimos, es decir, negociando buscando acuerdos y transacciones.
Y esto, no solo porque el pais ha demostrado un deseo inequívoco e irreversible de renuncia a la imposición como via de resolución de conflictos y porque la oposición es parte del poder. Si no porque también, como he dicho antes, los problemas planteados son problemas que afectan al interés nacional y que exigen para su solución la colaboración responsable de todos los grupos y de todos los partidos
No quiero terminar estas palabras dejandoles la impresión para molestarles solo ofreciendoles eso, palabras. El gobierno ha tomado posesión el martes y estamos trabajando al ritmo necesario para poder ofrecer a partir de la próxima semana un programa concreto de política económica, no una simple enunciación de intenciones generales que articule un conjunto de actuaciones coherentes, desde ese programa, comenzaremos entonces a negociar y a actuar. Del contenido de ese programa, de sus propósitos, de las colaboraciones y apoyos que necesite, tendrán todos ustedes información clara, veraz y puntual. Porque es desde una información veraz y completa, desde la que puede solicitarse la colaboración ciudadana en una democracia.
El Gobierno está convencido de que esa colaboración va a producirse y de que puede contar con el esfuerzo generoso de todos los ciudadanos. Y si esto es así, yo les digo que encontraremos y recorreremos, con la voluntad y perseverancia de todos, el camino abierto que este país quiere hacia un futuro de bienestar y libertad.
Muchas gracias por su atención y buenas noches."
3 comentarios:
Gran declaración de intenciones.
Imposible en los tiempos actuales, de camelos, titulares y vaguedades.
Tanta sinceridad es abrumadora. Ahora nos hubiesen interrumpido en nuestros hogares para decir exactamente todo lo contrario.
la historia se repite, nunca aprenderemos, pensamos que esta vez no, o que lo malo les pasa a los demás... gaitas
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