Es increible como pasa el tiempo... hace unos meses pensaba, bueno queda un montón para el día 31 de julio y aquí está ya. La verdad es que ha pasado volando, pero lo hemos disfrutado. Ahora toca dar el paso y a disfrutar de verdad.
El handfasting es un ritual celta de matrimonio. La palabra procede del noruego antiguo, "uniendo las manos". Y se hace más o menos como se ve en la foto, anudando las manos de los novios.
"No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta."
Eduardo Galeano, escritor uruguayo (1940)
La música es Secret Wedding de James Horner
jueves, 30 de julio de 2009
martes, 28 de julio de 2009
Pensamientos desordenados... sobre la situación
Acabo de leer este artículo, que plantea de forma más ordenada, aunque sin pasarse, cosas de las que veníamos hablando. Es de Leopoldo Abadía... en El Confidencial:
Mi vecino de San Quirico viene alborotado. Ni pide el desayuno. Trae unos cuantos papeles arrugados en la mano. (Su sistema de archivo no es muy sofisticado). Me grita: “Pero estos tíos, ¿de dónde han salido?” Siempre que habla de “estos tíos” se suele referir a los que nos gobiernan y, como dice él, “también a los otros”. Y sigue: “¿De dónde los sacan?” Como se puede ver, los matices de mi vecino son muy sutiles. Primero se pregunta de dónde salen y luego de dónde los sacan. En una de éstas se interesará por el proceso de selección y se meterá con los head-hunters. Todo esto viene a cuento de las anchoas del Presidente Zapatero, de los trajes (¡de Milano!, dice mi amigo) y de los bolsos de Dª Rita, que a mí me ha parecido siempre una señora simpaticota, maja, a la que no le pega mucho ir con un bolso de Louis Vuitton. Doña Rita ha dicho que “todos los políticos de este país, del primero al último, reciben regalos”. Y luego ha dicho algo así como que a los políticos “gordos” les regalan cosas más gordas. Y esto, a mi vecino le pone nervioso. Lo de las anchoas de Zapatero le parece llevable. Lo de los trajes de Milano, cutre. En lo del bolso, quiere enterarse primero de si es bueno o está comprado en un top manta. Y esto lo dice porque en esos sitios te encuentras cosas muy aparentes, que, bien envueltas, pueden dar el pego. En esto coincido con mi amigo. Me contaron el caso de señoras que van a Loewe y se compran un bolso bueno, pero bueno de verdad y auténtico. Y que, como en frente de Loewe hay un señor que vende gafas Chanel, Prada y Christian Dior y que asegura por sus antepasados que la señora Chanel, el señor Dior y la familia Prada las han garantizado, se compran unas gafas de esas por 3 euros, al contado, y se van a casa tan contentas, dispuestas a presumir con sus últimas compras de X euros (el bolso) + 3 (las gafas). Pero mi amigo saca más papeles. Ahora quiere que lea un artículo en que dice que la frase más constantemente repetida por los dirigentes de un determinado partido político en sus discursos y documentos es que “política es pedagogía”. Y, además, el autor del artículo dice que esto está copiado del título de un libro de 1933. Y mi amigo está que trina, porque dice, gesticulando, que estos chicos no inventan nada y que cada vez copian más y de cosas más antiguas. Cuando no sé qué quiere decir algo, voy al Diccionario de la Real Academia. ¡Pero mi vecino ya ha ido! Y me dice -éste es el tercer papel que lleva- que, según el Diccionario, pedagogía es “lo que enseña y educa por doctrina o ejemplos”. Y por ahí no pasa. Y yo tampoco. Puede ser que en 1933 esto fuera verdad. Fue el año en que nací, por lo que no tengo datos de primera mano. Pero hoy, NO ES VERDAD. Y mi amigo, con la cara roja, dice cosas tales como “¡Qué pedagogía ni qué niño muerto! Pero si estos mozos no pueden enseñar nada a nadie!” Y como está lanzado y en el bar se ha hecho un silencio sepulcral, continúa de un tirón: “¡Lo mejor que podían hacer es estar callados e ir a lo suyo, que eso lo hacen muy bien! Lo que pasa es que van a lo suyo y, además, hablan. Y como dicen tantas tonterías, uno aprende a leer la prensa y pasa de la primera página a la 26 en un abrir y cerrar de ojos, porque para leer lo que dicen, prefiero entretenerme con lo de la Vuelta a Francia.” En confianza, yo si fuera Director de algún periódico, estaría preocupado. Porque, a poco inteligente que sea la gente (y la gente es mucho más inteligente de lo que estos chicos piensan), no leerán NADA de lo que digan, porque es una absoluta pérdida de tiempo. Acabamos de desayunar. Ha sido un desayuno un poco agitado. Llego a casa. Me encuentro a Helmut, mi perro. Está jugando con un periódico. Como, además de jugar, se lo come, le quito el periódico. No tenía que haberlo hecho, porque, sin querer, he salvado una entrevista que le hacen a Kary Mullis en La Contra de la Vanguardia. Vosotros tampoco sabéis quién es Kary Mullis. En la entrevista dice que es Premio Nobel de Química, y, hasta ahora, los Premios Nobel eran gente que sabían de lo que hablaban. Pues este señor va y se refiere al cambio climático, aquel del que nuestro Presidente dijo “¡han saltado las alarmas!” (o así. No tengo la frase exacta. Supongo que él, tampoco.) Y don Kary dice que “hacer cualquier predicción sobre lo que va a pasar y comenzar de forma tan osada un debate implicando a nuestra humilde especie en todo este complejísimo proceso y darle un papel protagonista y decisivo al suponer que somos capaces de cambiar el clima, es más que osado…¡es penoso!” Es lo que me faltaba. Que la pedagogía, además, fuese falsa. Menos mal que mi vecino no lee La Vanguardia. Confiemos en que el Premio Nobel no tenga razón. Pero me da mala espina cuando el periodista le pregunta si se da cuenta de lo que dice y él contesta: “Yo soy científico”. Y uno, que, a veces, tiene el colmillo un poco retorcido, piensa que lo que ha querido decir es “yo no soy político”, pero que como no es de aquí, no ha sabido decirlo en castellano.
La música la pone Suede con So young
Mi vecino de San Quirico viene alborotado. Ni pide el desayuno. Trae unos cuantos papeles arrugados en la mano. (Su sistema de archivo no es muy sofisticado). Me grita: “Pero estos tíos, ¿de dónde han salido?” Siempre que habla de “estos tíos” se suele referir a los que nos gobiernan y, como dice él, “también a los otros”. Y sigue: “¿De dónde los sacan?” Como se puede ver, los matices de mi vecino son muy sutiles. Primero se pregunta de dónde salen y luego de dónde los sacan. En una de éstas se interesará por el proceso de selección y se meterá con los head-hunters. Todo esto viene a cuento de las anchoas del Presidente Zapatero, de los trajes (¡de Milano!, dice mi amigo) y de los bolsos de Dª Rita, que a mí me ha parecido siempre una señora simpaticota, maja, a la que no le pega mucho ir con un bolso de Louis Vuitton. Doña Rita ha dicho que “todos los políticos de este país, del primero al último, reciben regalos”. Y luego ha dicho algo así como que a los políticos “gordos” les regalan cosas más gordas. Y esto, a mi vecino le pone nervioso. Lo de las anchoas de Zapatero le parece llevable. Lo de los trajes de Milano, cutre. En lo del bolso, quiere enterarse primero de si es bueno o está comprado en un top manta. Y esto lo dice porque en esos sitios te encuentras cosas muy aparentes, que, bien envueltas, pueden dar el pego. En esto coincido con mi amigo. Me contaron el caso de señoras que van a Loewe y se compran un bolso bueno, pero bueno de verdad y auténtico. Y que, como en frente de Loewe hay un señor que vende gafas Chanel, Prada y Christian Dior y que asegura por sus antepasados que la señora Chanel, el señor Dior y la familia Prada las han garantizado, se compran unas gafas de esas por 3 euros, al contado, y se van a casa tan contentas, dispuestas a presumir con sus últimas compras de X euros (el bolso) + 3 (las gafas). Pero mi amigo saca más papeles. Ahora quiere que lea un artículo en que dice que la frase más constantemente repetida por los dirigentes de un determinado partido político en sus discursos y documentos es que “política es pedagogía”. Y, además, el autor del artículo dice que esto está copiado del título de un libro de 1933. Y mi amigo está que trina, porque dice, gesticulando, que estos chicos no inventan nada y que cada vez copian más y de cosas más antiguas. Cuando no sé qué quiere decir algo, voy al Diccionario de la Real Academia. ¡Pero mi vecino ya ha ido! Y me dice -éste es el tercer papel que lleva- que, según el Diccionario, pedagogía es “lo que enseña y educa por doctrina o ejemplos”. Y por ahí no pasa. Y yo tampoco. Puede ser que en 1933 esto fuera verdad. Fue el año en que nací, por lo que no tengo datos de primera mano. Pero hoy, NO ES VERDAD. Y mi amigo, con la cara roja, dice cosas tales como “¡Qué pedagogía ni qué niño muerto! Pero si estos mozos no pueden enseñar nada a nadie!” Y como está lanzado y en el bar se ha hecho un silencio sepulcral, continúa de un tirón: “¡Lo mejor que podían hacer es estar callados e ir a lo suyo, que eso lo hacen muy bien! Lo que pasa es que van a lo suyo y, además, hablan. Y como dicen tantas tonterías, uno aprende a leer la prensa y pasa de la primera página a la 26 en un abrir y cerrar de ojos, porque para leer lo que dicen, prefiero entretenerme con lo de la Vuelta a Francia.” En confianza, yo si fuera Director de algún periódico, estaría preocupado. Porque, a poco inteligente que sea la gente (y la gente es mucho más inteligente de lo que estos chicos piensan), no leerán NADA de lo que digan, porque es una absoluta pérdida de tiempo. Acabamos de desayunar. Ha sido un desayuno un poco agitado. Llego a casa. Me encuentro a Helmut, mi perro. Está jugando con un periódico. Como, además de jugar, se lo come, le quito el periódico. No tenía que haberlo hecho, porque, sin querer, he salvado una entrevista que le hacen a Kary Mullis en La Contra de la Vanguardia. Vosotros tampoco sabéis quién es Kary Mullis. En la entrevista dice que es Premio Nobel de Química, y, hasta ahora, los Premios Nobel eran gente que sabían de lo que hablaban. Pues este señor va y se refiere al cambio climático, aquel del que nuestro Presidente dijo “¡han saltado las alarmas!” (o así. No tengo la frase exacta. Supongo que él, tampoco.) Y don Kary dice que “hacer cualquier predicción sobre lo que va a pasar y comenzar de forma tan osada un debate implicando a nuestra humilde especie en todo este complejísimo proceso y darle un papel protagonista y decisivo al suponer que somos capaces de cambiar el clima, es más que osado…¡es penoso!” Es lo que me faltaba. Que la pedagogía, además, fuese falsa. Menos mal que mi vecino no lee La Vanguardia. Confiemos en que el Premio Nobel no tenga razón. Pero me da mala espina cuando el periodista le pregunta si se da cuenta de lo que dice y él contesta: “Yo soy científico”. Y uno, que, a veces, tiene el colmillo un poco retorcido, piensa que lo que ha querido decir es “yo no soy político”, pero que como no es de aquí, no ha sabido decirlo en castellano.
La música la pone Suede con So young
domingo, 26 de julio de 2009
Eres un crio... para el domingo
El indomable Will Hunting:
"Eres un crío y en realidad no tienes ni idea de lo que hablas. Es normal, nunca has salido de Boston. Si te pregunto por Miguel Angel lo sabes todo: vida y obra, aspiraciones políticas, su amistad con el Papa, su orientación sexual... lo que haga falta. Pero tu no puedes decirme cómo huele la Capilla Sixtina. Nunca has estado allí y has contemplado ese hermoso techo. No lo has visto. Si te pregunto por las mujeres, supongo que me harás una lista de tus favoritas. Puede que hayas echado unos cuantos polvos. Pero no puedes decirme qué se siente cuando te despiertas junto a una mujer y te invade la felicidad. Eres duro. Si te pregunto por la guerra me citarás algo de Shakespeare "De nuevo en la brecha amigos míos". Pero no has estado en ninguna. Nunca has sostenido a tu amigo entre tus brazos esperando tu ayuda mientras exhala su último suspiro. Si te pregunto por el amor me citarás un soneto. Pero nunca has mirado a una mujer y te has sentido vulnerable. Ni te has visto reflejado en sus ojos. No has pensado que Dios ha puesto un ángel en la Tierra para ti para que te rescate de los pozos del infierno, ni que se siente al ser su ángel. Al darle tu amor, darlo todo. No sabes lo que es dormir en un hospital dos meses por que los médicos vieron en tus ojos que el término horario de visitas no va contigo. No sabes lo que significa perder a alguien. Sólo lo sabrás cuando ames a alguien más que a ti mismo. Dudo que te hayas atrevido a amar de ese modo. Te miro y no veo a un hombre inteligente. Veo a un chaval creído y cagado de miedo. Eres un genio Will, eso nadie lo niega. Nadie puede comprender lo que pasa en tu interior. En cambio piensas que sabes todo sobre mi por que viste un cuadro y rajaste mi puta vida de arriba abajo. Eres huérfano, ¿verdad?. ¿Crees que sé como ha sido tu vida, quién eres por haber leído Oliver Twist?, ¿un libro basta para definirte?. Personalmente eso me importa una mierda porque no puedo aprender nada de ti de un maldito libro. Pero si quieres hablar de ti, de quién eres... estaré fascinado. A eso me apunto pero no quieres hacerlo, te aterroriza decir lo que sientes. Tu mueves chaval."
Conversación entre Sean Maguire y Will Hunting.
"Eres un crío y en realidad no tienes ni idea de lo que hablas. Es normal, nunca has salido de Boston. Si te pregunto por Miguel Angel lo sabes todo: vida y obra, aspiraciones políticas, su amistad con el Papa, su orientación sexual... lo que haga falta. Pero tu no puedes decirme cómo huele la Capilla Sixtina. Nunca has estado allí y has contemplado ese hermoso techo. No lo has visto. Si te pregunto por las mujeres, supongo que me harás una lista de tus favoritas. Puede que hayas echado unos cuantos polvos. Pero no puedes decirme qué se siente cuando te despiertas junto a una mujer y te invade la felicidad. Eres duro. Si te pregunto por la guerra me citarás algo de Shakespeare "De nuevo en la brecha amigos míos". Pero no has estado en ninguna. Nunca has sostenido a tu amigo entre tus brazos esperando tu ayuda mientras exhala su último suspiro. Si te pregunto por el amor me citarás un soneto. Pero nunca has mirado a una mujer y te has sentido vulnerable. Ni te has visto reflejado en sus ojos. No has pensado que Dios ha puesto un ángel en la Tierra para ti para que te rescate de los pozos del infierno, ni que se siente al ser su ángel. Al darle tu amor, darlo todo. No sabes lo que es dormir en un hospital dos meses por que los médicos vieron en tus ojos que el término horario de visitas no va contigo. No sabes lo que significa perder a alguien. Sólo lo sabrás cuando ames a alguien más que a ti mismo. Dudo que te hayas atrevido a amar de ese modo. Te miro y no veo a un hombre inteligente. Veo a un chaval creído y cagado de miedo. Eres un genio Will, eso nadie lo niega. Nadie puede comprender lo que pasa en tu interior. En cambio piensas que sabes todo sobre mi por que viste un cuadro y rajaste mi puta vida de arriba abajo. Eres huérfano, ¿verdad?. ¿Crees que sé como ha sido tu vida, quién eres por haber leído Oliver Twist?, ¿un libro basta para definirte?. Personalmente eso me importa una mierda porque no puedo aprender nada de ti de un maldito libro. Pero si quieres hablar de ti, de quién eres... estaré fascinado. A eso me apunto pero no quieres hacerlo, te aterroriza decir lo que sientes. Tu mueves chaval."
Conversación entre Sean Maguire y Will Hunting.
sábado, 25 de julio de 2009
Dia de Galicia... con música
Hoy es 25 de Julio, Día de Galicia...
Ahi va el Himno del Antiguo Reino de Galicia con unas espectaculares imágenes de esta tierra:
Ahi va el Himno del Antiguo Reino de Galicia con unas espectaculares imágenes de esta tierra:
jueves, 23 de julio de 2009
Seguimos con el tema... institucionalizados
Después de los muy interesantes comentarios que habeis hecho en el post anterior, sigo en mi confusión. Algunos como central que tienen razón en lo de que esto no es nuevo, y esta situación es más vieja que la tana. Amapola intenta animarnos a que el cambio es posible, o al menos en la medida de nuestras posibilidades. Y Low ha entendido parte del cabreo porque al final en ciertas situaciones no hay una línea acción-consecuencia en la forma en que nos comportamos.
Bueno, pues lo que me ha venido a la cabeza ha sido una escena muy buena de la película Cadena Perpetua (The Shawshank Redemption), que seguramente hayais visto porque la han puesto unas cuantas veces por la tele. Es una película bastante buena, con algunos actorazos al mando de las operaciones. El caso es que hay un diálogo en esa película que me gustó mucho lo que dice el gran Morgan Freeman sobre un preso que no concebía vivir fuera de la cárcel.
A partir del minuto 1:47...
"Esta institucionalizado. Ese hombre se ha pasado aquí más de cincuenta años Heywood, cincuenta años. No conoce otra cosa. Aquí dentro es un hombre importante, es un hombre culto. Fuera no es nada, un viejo inútil con artritis en las manos. No podrá conseguir un puñetero trabajo. Estos muros embrujan, primero las odias, luego te acostumbras. Y al cabo de un tiempo llegas a depender de ellos. Eso es institucionalizarse. Te encierran de por vida y eso es justo lo que te quitan la parte que importa al menos."
¿qué os parece?
Bueno, pues lo que me ha venido a la cabeza ha sido una escena muy buena de la película Cadena Perpetua (The Shawshank Redemption), que seguramente hayais visto porque la han puesto unas cuantas veces por la tele. Es una película bastante buena, con algunos actorazos al mando de las operaciones. El caso es que hay un diálogo en esa película que me gustó mucho lo que dice el gran Morgan Freeman sobre un preso que no concebía vivir fuera de la cárcel.
A partir del minuto 1:47...
"Esta institucionalizado. Ese hombre se ha pasado aquí más de cincuenta años Heywood, cincuenta años. No conoce otra cosa. Aquí dentro es un hombre importante, es un hombre culto. Fuera no es nada, un viejo inútil con artritis en las manos. No podrá conseguir un puñetero trabajo. Estos muros embrujan, primero las odias, luego te acostumbras. Y al cabo de un tiempo llegas a depender de ellos. Eso es institucionalizarse. Te encierran de por vida y eso es justo lo que te quitan la parte que importa al menos."
¿qué os parece?
martes, 21 de julio de 2009
Reflexion de martes... antes de vacaciones
Llevo unos días pensando en un montón de cosas desordenadas, así que desordenado va a ser lo que escribo. No sé, todo vino en parte por un post de un blog en el que leí que "la sociedad está muerta". Y bueno luego tambien con motivo de esta pseudopelea eterna del teatrillo político en el que una y otra vez oigo la dichosa frasecita de "las instituciones y el estado de derecho". Y tambien tiene que ver con todos esos artículos hablando del "mercado" como un ente abstracto que ajusta con acierto o equivocaciones.
No sé, me parece que estamos en una extraña época en la que la gran mayoría de la gente (intentaré evitar la palabra sociedad, porque es a lo que voy) nos estamos dejando mansamente engañar con un montón de conceptos etéreos, habilmente manejados por una panda de bandidos (sean políticos, empresarios, sindicalistas, periodistas,...)
Nadie a los niveles "visibles" debate sobre los problemas reales, se nos dice que hay que dar gracias por la santa "democracia" aunque esta sea más que cuestionable. No podemos criticar el sistema cerrado, sin separación alguna de poderes, manejado por entes cuasimafiosos como los partidos políticos, cuyo funcionamiento interno es en sí mismo una burla a la palabra democracia. Si mañana mismo uno de estos ¿líderes? dijera que la tierra es cuadrada, saldrían miles de pelotas diciendo no solo que la tierra es cuadrada, si no que los de enfrente nos estuvieron engañando durante años con la redondez de este pequeño planeta. En el fondo han convertido la participación, la discusión política, en un debate de marketing entre marcas de detergentes. Tienes que comprar la totalidad y no se te ocurra discutir una coma o entrarás en la celda de los "sospechosos". Y así hablan de todo estos "líderes", lo mismo un día nos abruman con sus planes de modelo económico, otras hablan de la salvación de la patria, o mencionan como un mantra la palabra "diálogo" sin saber bien qué es lo que se va a dialogar. Lo importante es el concepto. Tener a la manada aburrida.
Y algo parecido sucede con la economía, resulta que uno tiene dudas serias sobre todo lo que nos han venido contando y nos siguen contando, los expertos y no expertos en los medios de comunicación. No hace falta tener una licenciatura, o un master o una formación extraordinaria, basta tener el sentido común de cualquier ama de casa (que es mucho sentido común y económico por cierto) para haber hecho cuatro preguntas muy sencillas que cuestionarían todo este crecimiento que Occidente "se ha inventado". Ahora como solución ofrecen seguir engañandonos. No es necesario trabajar más, esforzarse más, reducir el nivel de vida, no. Lo que hay que hacer es exactamente lo que nos trajo hasta aqui. La solución es dar más agua a alguien que se está ahogando.
Y en esto me da mucho la risa cuando escucho a economistas o supuestos expertos hablar del mercado como si fuera una especie de Dumbledore racional que reparte riquezas y ajusta desequilibrios. Y no amigos, el mercado es sobre todo la suma de millones de avaricias. Y la avaricia es irracional, por tanto no hay muchas reglas que puedan explicar al mercado.
Bien termino ya, lo que me tiene realmente harto es la huida que como personas individuales o como familias estamos haciendo todos nosotros, millones de personas. En lugar de leer más versiones, más puntos de vista, de cuestionar la realidad incluso la nuestra, de darle vueltas a las cosas, nos encanta culpar al empedrado, pero no asumimos nuestras responsabilidades. Y así vivimos en un sistema en el que desde el Poder jamás se va a abroncar a la gente, por muy mal que lo hagamos (como así ha sido, admitamoslo) nadie nos va a ayudar a educarnos, a mejorar, no vaya a ser que pierdan votos, clientes o feligreses.
Unos millares de pillos de aqui y de allá se van a reir de todos nosotros, pero no nos vamos a dar ni cuenta. Para algo está la Sociedad, la Democracia, la Patria, el Mercado o la Fe. Todo sobrenatural, para negar el hecho de que no somos, como especie y civilización, ni la mitad de listos de lo que nos creemos.
Perdón por el rollo.
Ya lo decía Bowie somos unos Absolute Beginers...
No sé, me parece que estamos en una extraña época en la que la gran mayoría de la gente (intentaré evitar la palabra sociedad, porque es a lo que voy) nos estamos dejando mansamente engañar con un montón de conceptos etéreos, habilmente manejados por una panda de bandidos (sean políticos, empresarios, sindicalistas, periodistas,...)
Nadie a los niveles "visibles" debate sobre los problemas reales, se nos dice que hay que dar gracias por la santa "democracia" aunque esta sea más que cuestionable. No podemos criticar el sistema cerrado, sin separación alguna de poderes, manejado por entes cuasimafiosos como los partidos políticos, cuyo funcionamiento interno es en sí mismo una burla a la palabra democracia. Si mañana mismo uno de estos ¿líderes? dijera que la tierra es cuadrada, saldrían miles de pelotas diciendo no solo que la tierra es cuadrada, si no que los de enfrente nos estuvieron engañando durante años con la redondez de este pequeño planeta. En el fondo han convertido la participación, la discusión política, en un debate de marketing entre marcas de detergentes. Tienes que comprar la totalidad y no se te ocurra discutir una coma o entrarás en la celda de los "sospechosos". Y así hablan de todo estos "líderes", lo mismo un día nos abruman con sus planes de modelo económico, otras hablan de la salvación de la patria, o mencionan como un mantra la palabra "diálogo" sin saber bien qué es lo que se va a dialogar. Lo importante es el concepto. Tener a la manada aburrida.
Y algo parecido sucede con la economía, resulta que uno tiene dudas serias sobre todo lo que nos han venido contando y nos siguen contando, los expertos y no expertos en los medios de comunicación. No hace falta tener una licenciatura, o un master o una formación extraordinaria, basta tener el sentido común de cualquier ama de casa (que es mucho sentido común y económico por cierto) para haber hecho cuatro preguntas muy sencillas que cuestionarían todo este crecimiento que Occidente "se ha inventado". Ahora como solución ofrecen seguir engañandonos. No es necesario trabajar más, esforzarse más, reducir el nivel de vida, no. Lo que hay que hacer es exactamente lo que nos trajo hasta aqui. La solución es dar más agua a alguien que se está ahogando.
Y en esto me da mucho la risa cuando escucho a economistas o supuestos expertos hablar del mercado como si fuera una especie de Dumbledore racional que reparte riquezas y ajusta desequilibrios. Y no amigos, el mercado es sobre todo la suma de millones de avaricias. Y la avaricia es irracional, por tanto no hay muchas reglas que puedan explicar al mercado.
Bien termino ya, lo que me tiene realmente harto es la huida que como personas individuales o como familias estamos haciendo todos nosotros, millones de personas. En lugar de leer más versiones, más puntos de vista, de cuestionar la realidad incluso la nuestra, de darle vueltas a las cosas, nos encanta culpar al empedrado, pero no asumimos nuestras responsabilidades. Y así vivimos en un sistema en el que desde el Poder jamás se va a abroncar a la gente, por muy mal que lo hagamos (como así ha sido, admitamoslo) nadie nos va a ayudar a educarnos, a mejorar, no vaya a ser que pierdan votos, clientes o feligreses.
Unos millares de pillos de aqui y de allá se van a reir de todos nosotros, pero no nos vamos a dar ni cuenta. Para algo está la Sociedad, la Democracia, la Patria, el Mercado o la Fe. Todo sobrenatural, para negar el hecho de que no somos, como especie y civilización, ni la mitad de listos de lo que nos creemos.
Perdón por el rollo.
Ya lo decía Bowie somos unos Absolute Beginers...
sábado, 18 de julio de 2009
Carl Sagan... habla de religion y política
"En la ciencia suele ocurrir que un científico diga: `Es un buen argumento, yo estaba equivocado´, cambie de opinión y desde ese momento no se vuelva a mencionar la antigua posición. Realmente pasa. Aunque no lo frecuentemente que debería ya que los científicos son humanos y el cambio es a veces doloroso. Pero ocurre cada día. No recuerdo la última vez que algo así pasó en política o religión."
Carl Sagan, científico y divulgador norteamericano (1934-1996)
REM con "losing my religion"
Carl Sagan, científico y divulgador norteamericano (1934-1996)
REM con "losing my religion"
jueves, 16 de julio de 2009
40 años... del Apolo XI
Hoy justo hace 40 años que salieron las naves del puerto de Palos de la Frontera camino de la luna...
Es increible. Sigue siendolo ¿no?
Es increible. Sigue siendolo ¿no?
miércoles, 15 de julio de 2009
Tomando ideas... un juego divertido
Se trata de atender un restaurante japonés sirviendo los platos que van pidiendo los clientes. Hay que hacerlo rapidamente para que no se cabreen, el libro de recetas donde se explica como y con qué se hace cada plato está en la mesa y además hay que encargar los ingredientes cuando se van acabando... Se trata de hacer Yenes amigos y expandir el negocio de Sushi por los 23 Ku's de Tokyo...
Youda Sushi Chef ¡Haz sushi y sírvelo a los clientes para tenerlos contentos! |
Juega a este Juego Gratuito ahora!! |
martes, 14 de julio de 2009
Basta ya de charlatanes... fuera todos
"Liberar al mundo de toda clase de charlatanes es realmente obra muy digna de ser realizada. Son los tales la plaga única del mundo, y sin ellos dejaría de ser un mundo diabólico, miserable y maldito, comenzando a convertirse en un mundo divino, estancia de un bienestar siempre creciente."
Thomas Carlyle, pensador escocés (1795-1881)
La música, clásica y maravillosa, Lord of the dance, de los Dubliners
Thomas Carlyle, pensador escocés (1795-1881)
La música, clásica y maravillosa, Lord of the dance, de los Dubliners
sábado, 11 de julio de 2009
Agarrense los cinturones... el segundo semestre
"La primera oleada de morosidad, que se ha sufrido entre septiembre de 2008 y marzo de 2009, afecta a los créditos que nunca debieron darse: crédito promotor por suelos sin valor, inmigrantes, particulares con exceso de endeudamiento, hipotecas por el 120% del valor de tasación, etc. Esa morosidad ya ha aflorado en su mayor parte y los bancos y cajas tenemos poco de qué quejarnos, porque es culpa exclusivamente nuestra", explican en una entidad.
"Pero ahora lo que viene es mucho peor, porque ahora se trata de familias normales que no han hecho locuras y que eran solventes cuando se les concedió la hipoteca. Pero ahora se han quedado en paro y no pueden afrontar las letras mensuales. Así de simple", añade esta fuente.
En El Confidencial.
Pearl Jam con "rearviewmirror"
"Pero ahora lo que viene es mucho peor, porque ahora se trata de familias normales que no han hecho locuras y que eran solventes cuando se les concedió la hipoteca. Pero ahora se han quedado en paro y no pueden afrontar las letras mensuales. Así de simple", añade esta fuente.
En El Confidencial.
Pearl Jam con "rearviewmirror"
jueves, 9 de julio de 2009
El maestro habla a Kenshin... vamos a Japón
"Muchacho te fue confiada la vida tres personas que para ti eran insustituibles, pero no fuiste capaz de protegerlas. Con esas manos has conocido el peso de las muertes de los hombres, pero el peso de las vidas que te fueron confiadas no es comparable en absoluto y tendras que cargar con todo ello, aprendiendo a sostenerte y a amparar a las personas para que puedan sobrevivir y proteger aquello que es importante."
El maestro Hiko Seijūro a su alumno Kenshin, conocido anteriormente como Battousai el carnicero, durante el entierro de las hermanas.
La música la pone David Bowie con Heroes...
El maestro Hiko Seijūro a su alumno Kenshin, conocido anteriormente como Battousai el carnicero, durante el entierro de las hermanas.
La música la pone David Bowie con Heroes...
martes, 7 de julio de 2009
Groucho hablando de economía... con Queen de fondo
El camino a la ruina de un inversor no profesional (Groucho Marx)
"Muy pronto un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la del país. Era un asuntillo llamado mercado de valores. Lo conocí por primera vez hacia 1926. Constituyó una sorpresa muy agradable descubrir que era un negociante muy astuto. O por lo menos eso parecía, porque todo lo que compraba aumentaba de valor. No tenía asesor financiero ¿Quién lo necesitaba? Podías cerrar los ojos, apoyar el dedo en cualquier punto del enorme tablero mural y la acción que acababas de comprar empezaba inmediatamente a subir. Nunca obtuve beneficios. Parecía absurdo vender una acción a treinta cuando se sabía que dentro del año doblaría o triplicaría su valor. Mi sueldo semanal era de unos dos mil, pero esto era calderilla en comparación con la pasta que ganaba teóricamente en Wall Street. Disfrutaba trabajando en la revista pero el salario me interesaba muy poco. Aceptaba de todo el mundo confidencias sobre el mercado de valores. Ahora cuesta creerlo pero incidentes como el que sigue eran corrientes en aquellos días. Subí a un ascensor del hotel Copley Plaza, en Boston. El ascensorista me reconoció y dijo:
- Hace un ratito han subido dos individuos, señor Marx, ¿sabe? Peces gordos, de verdad. Vestían americanas cruzadas y llevaban claveles en las solapas. Hablaban del mercado de valores y, créame, amigo, tenían aspecto de saber lo que decían. No se han figurado que yo estaba escuchándoles, pero cuando manejo el ascensor siempre tengo el oído atento. ¡No voy a pasarme toda la vida haciendo subir y bajar uno de estos cajones! El caso es que oí que uno de los individuos decía al otro: "Ponga todo el dinero que pueda obtener en United Corporation"
[…] Le di cinco dólares y corrí hacia la habitación de Harpo. Le informé inmediatamente acerca de esta mina de oro en potencia con que me había tropezado en el ascensor. Harpo acaba de desayunar y todavía iba en batín.
-En el vestíbulo de este hotel están las oficinas de un agente de Bolsa -dijo-. Espera a que me vista y correremos a comprar estas acciones antes de que se esparza la noticia.
-Harpo -dije-, ¿estás loco? ¡Si esperamos hasta que te hayas vestido, estas acciones pueden subir diez enteros! De modo que con mis ropas de calle y Harpo con su batín, corrimos hacia el vestíbulo, entramos en el despacho del agente y en un santiamén compramos acciones de United Corporation por valor de ciento sesenta mil dólares, con una garantía del veinticinco por ciento. Para los pocos afortunados que no se arruinaron en 1929 y que no estén familiarizados con Wall Street, permítanme explicar lo que significa esa garantía del veinticinco por ciento. Por ejemplo, si uno compraba ochenta mil dólares de acciones, sólo tenía que pagar en efectivo veinte mil. El resto se le quedaba a deber al agente. Era como robar dinero. El miércoles por la tarde, en Broadway, Chico encontró a un habitual de Wall Street, quien le dijo en un susurro:
-Chico, ahora vengo de Wall Street y allí no se habla de otra cosa que del Cobre Anaconda. Se vende a ciento treinta y ocho dólares la acción y se rumorea que llegará hasta los quinientos. ¡Cómpralas antes de que sea demasiado tarde! Lo sé de muy buena tinta. Chico corrió inmediatamente hacia el teatro, con la noticia de esta oportunidad. Era una función de tarde y retrasamos treinta minutos el alzamiento del telón hasta que nuestro agente nos aseguró que habíamos tenido la fortuna de conseguir seiscientas acciones. ¡Estábamos entusiasmados! Chico, Harpo y yo éramos cada uno propietarios de doscientas acciones de estos valores que rezumaban oro.
El agente incluso nos felicitó. Dijo:
- No ocurre a menudo que alguien entre con tan buen pie en una Compañía como la Anaconda.
El mercado siguió subiendo y subiendo. Cuando estábamos de gira, Max Gordon, el productor teatral, solía ponerme una conferencia telefónica cada mañana desde Nueva York, sólo para informarme de la cotización del mercado y de sus predicciones para el día. Dichos augurios nunca variaban. Siempre eran "arriba, arriba, arriba". Hasta entonces yo no había imaginado que uno pudiera hacerse rico sin trabajar. Max me llamó una mañana y me aconsejó que comprara unos valores llamados Auburn. Eran de una compañía de automóviles, ahora inexistente.
-Marx -dijo- es una gran oportunidad. Pegará más saltos que un canguro. Cómpralo ahora, antes de que sea demasiado tarde. Luego añadió:
-¿Por qué no abandonas el teatro y olvidas esos miserables dos mil semanales que ganas? Son calderilla. Tal como manejas tus finanzas, aseguraría que puedes ganar más dinero en una hora, instalado en el despacho de un agente de valores, que los que puedes obtener haciendo ocho representaciones semanales en Broadway.
-Max -contesté-, no hay duda de que tu consejo es sensacional. Pero al fin y al cabo tengo ciertas obligaciones con Kaufman, Ryskind, Irving Berlin y con mi productor Sam Harris. Los que por entonces no sabía era que Kaufman, Ruskind, Berlin y Harris también compraban a crédito y que, finalmente, iban a ser aniquilados por sus asesores financieros. Sin embargo, por consejo de Max, llamé inmediatamente a mi agente y le instruí para que me comprara quinientas acciones de la Auburn Motor Company. Pocas semanas más tarde, me encontraba paseando por los terrenos de un club de campo, con el señor Gordon […]
El día anterior, las Auburn habían pegado un salto de treinta y ocho enteros. Me volví hacia mi compañero de golf y dije:
-Max, ¿cuanto tiempo durará esto?
Max repuso, utilizando una frase de Al Jolson.
-Hermano, ¡todavía no has visto nada!
Lo más sorprendente del mercado, en 1929, era que nadie vendía una sola acción. La gente compraba sin cesar. Un día, con cierta timidez, hablé a mi agente acerca de este fenómeno especulativo.
- No sé gran cosa sobre Wall Street - empecé a decir en son de disculpa- pero, ¿qué es lo que hace que esas acciones sigan ascendiendo? ¿No debiera haber alguna relación entre las ganancias de una compañía, sus dividendos y el precio de venta de sus acciones?
Por encima de mi cabeza, miró a una nueva víctima que acababa de entrar en su despacho y dijo:
- Señor Marx, tiene mucho que aprender acerca del mercado de valores. Lo que usted no sabe respecto a las acciones serviría para llenar un libro.
- Oiga, buen hombre -repliqué-. He venido aquí en busca de consejo. Si no sabe usted hablar con cortesía, hay otros que tendrán mucho gusto en encargarse de mis asuntos. Y ahora ¿qué estaba usted diciendo?
Adecuadamente castigado y amansado, respondió:
- Señor Marx, tal vez no se dé cuenta, pero éste ha cesado de ser un mercado nacional. Ahora somos un mercado mundial. Recibimos órdenes de compra de todos los países de Europa, de América del Sur e incluso de Oriente. Esta mañana hemos recibido de la India un encargo para comprar mil acciones de Tuberías Crane.
Con cierto cansancio pregunté:
-¿Cree que es una buena compra?
-No hay otra mejor -me contestó-. Si hay algo que todos hemos de usar son las tuberías. (Se me ocurrieron otras cuantas cosas más, pero no estaba seguro de que apareciesen en las listas de cotizaciones.)
-Eso es ridículo -dije-. Tengo varios amigos pieles rojas en Dakota del Sur y no utilizan las tuberías. -Solté una carcajada para celebrar mi salida, pero él permaneció muy serio, de modo que proseguí-. ¿Dice usted que desde la India le envían órdenes de compra de Tuberías Crane? Si en la lejana India piden tuberías, deben de saber algo sensacional. Apúnteme para doscientas acciones; no, mejor aún, que sean trescientas Mientras el mercado seguía ascendiendo hacia el firmamento, empecé a sentirme cada vez más nervioso. El poco juicio que tenía me aconsejaba vender, pero, al igual que todos los demás primos, era avaricioso. Lamentaba desprenderme de cualquier acción, pues estaba seguro de que iba doblar su valor en pocos meses. Mientras el mercado seguía ascendiendo hacia el firmamento, empecé a sentirme cada vez más nervioso. El poco juicio que tenía me aconsejaba vender, pero, al igual que todos los demás primos, era avaricioso. Lamentaba desprenderme de cualquier acción, pues estaba seguro de que iba doblar su valor en pocos meses. En los periódicos actuales leo con frecuencia artículos relativos a espectadores que se quejan de haber pagado hasta un centenar de dólares por dos entradas para ver My Fair Lady (Personalmente opino que vale esos dólares.) Bueno, una vez pague treinta y ocho mil por ver a Eddie Cantor en el Palace […] Cantor era vecino mío en Great Neek. Como era viejo amigo suyo cuando terminó la representación fue a verle en su camerino. […]
Encanto -prosiguió Cantor-, ¿qué te ha parecido mi espectáculo?
Miré hacia atrás, suponiendo que habría entrado alguna muchacha. Desdichadamente no era así, y comprendí que se dirigía a mí.
Eddie, cariño - contesté con entusiasmo verdadero-, ¡has estado soberbio! Me disponía a lanzarle unos cuantos piropos más cuando me miró afectuosamente con aquellos ojos grandes y brillantes, apoyó las manos en mis hombros y dijo:
-Precioso, ¿tienes algunas Goldman Sachs? -
Dulzura -respondí (a este juego pueden jugar dos)-, no sólo no tengo ninguna, sino que nunca he oído hablar de ellas ¿Qué es Goldman Sachs? ¿Una marca de harinas?
Me cogió por ambas solapas y me atrajo hacia mí. Por un momento pensé que iba a besarme.
-¡No me digas que nunca has oído hablar de las Goldman Sachs! -exclamó incrédulamente-. Es la compañía de inversiones más sensacional de todo el mercado de valores. Luego consultó su reloj y dijo:
-Hoy es demasiado tarde. La Bolsa está ya cerrada. Pero, mañana por la mañana, nene, lo primero que tienes que hacer es coger el sombrero y correr al despacho de tu agente para comprar doscientas acciones de Goldman Sachs. Creo que hoy ha cerrado a 156… ¡y a 156 es un robo!
Luego Eddie me palmoteó una mejilla, yo le palmoteé la suya y nos separamos. ¡Amigo! ¡Qué contento estaba de haber ido a ver a Cantor a su camerino! Figurese, si no llego a ir aquella tarde al Teatro Palace, no hubiese tenido aquella confidencia. A la mañana siguiente, antes del desayuno, corrí al despacho del agente en el momento en que se abría la Bolsa. Aflojé el veinticinco por ciento de treinta y ocho mil dólares y me convertí en afortunado propietario de doscientas acciones de la Goldman Sachs, la mejor compañía de inversiones de América Entonces empecé a pasarme las mañanas instalado en el despacho de un agente de Bolsa, contemplando un gran cuadro mural lleno de signos que no entendía. A no ser que llegara temprano, ni siquiera me era posible entrar. Muchas de las agencias de Bolsa tenían más público que la mayoría de los teatros de Broadway. Parecía que casi todos mis conocidos se interesaran por el mercado de valores. La mayoría de las conversaciones se limitaban a la cantidad que tal y tal valor habían subido la semana pasada, o cosas similares. El fontanero, el carnicero, el panadero, el hombre del hielo, todos anhelantes de hacerse ricos, arrojaban sus mezquinos salarios -y en muchos casos sus ahorros de toda la vida- en Wall Street.
Ocasionalmente, el mercado flaqueaba, pero muy pronto se liberaba la resistencia que ofrecían los prudentes y sensatos, y proseguía su continua ascensión. De vez en cuando algún profeta financiero publicaba un artículo sombrío advirtiendo al público que los precios no guardaban ninguna proporción con los verdaderos valores y recordando que todo lo que sube debe bajar. Pero apenas si nadie prestaba atención a estos conservadores tontos y a sus palabras idiotas de cautela. Incluso Barney Baruch, el Sócrates de Central Park y mago financiero americano, lanzó una llamada de advertencia. No recuerdo su frase exacta, pero venía a ser así: "Cuando el mercado de valores se convierte en noticia de primera página, ha sonado la hora de retirarse." Yo no estaba presente cuando la Fiebre del Oro del cuarenta y nueve. Me refiero a 1849. Pero imagino que esa fiebre fue muy parecida a la que ahora infectaba al todo el país. El presidente Hoover estaba pescando y el resto del gobierno federal parecía completamente ajeno a lo que sucedía. No estoy seguro de que hubiesen conseguido algo aunque lo hubieran intentado, pero en todo caso el mercado se deslizó alegremente hacia su perdición. Un día concreto, el mercado comenzó a vacilar. Unos cuantos de los clientes más nerviosos fueron presos del pánico y empezaron a descargarse. Eso ocurrió hace casi treinta años y no recuerdo las diversas fases de la catástrofe que caía sobre nosotros, pero así como al principio del auge todo el mundo quería comprar, al empezar el pánico todo el mundo quiso vender. Al principio las ventas se hacían ordenadamente, pero pronto el pánico echó a un lado el buen juicio y todos empezaron a lanzar al ruedo sus valores que por entonces solo tenían el nombre de tales. Luego el pánico alcanzó a los agentes de Bolsa, quienes empezaron a chillar reclamando garantías adicionales. Esta era una broma pesada, porque la mayor parte de los accionistas se habían quedado sin dinero, y los agentes empezaron a vender acciones a cualquier precio. Yo fui uno de los afectados. Desdichadamente, todavía me quedaba dinero en el Banco. Para evitar que vendieran mi papel empecé a firmar cheques febrilmente para cubrir las garantías que desaparecían rápidamente.
Luego un martes espectacular, Wall Street lanzó la toalla y se derrumbó. Eso de la toalla es una frase adecuada, porque por entonces todo el país estaba llorando. Algunos de mis conocidos perdieron millones. Yo tuve más suerte. Lo único que perdí fueron doscientos cuarenta mil dólares (o ciento veinte semanas de trabajo, a dos mil por semana). Hubiese perdido más pero era todo el dinero que tenía. El día del hundimiento final, mi amigo, antaño asesor financiero y astuto comerciante, Max Gordon, me telefoneó desde Nueva York. [...] Todo lo que dijo fue: "¡la broma ha terminado!" Antes de que yo pudiese contestar el teléfono se había quedado mudo. En toda la bazofia escrita por los analistas del mercado, me parece que nadie hizo un resumen de la situación de una manera tan sucinta como mi amigo el señor Gordon. En aquellas palabras lo dijo todo. Desde luego, la broma había terminado. Creo que el único motivo por el que seguí viviendo fue el convencimiento consolador de que todos mis amigos estaban en la misma situación. Incluso la desdicha financiera, al igual que la de cualquier otra especie, prefiere la compañía. Si mi agente hubiese empezado a vender mis acciones cuando empezaron a tambalearse, hubiese salvado una verdadera fortuna. Pero como no me era posible imaginar que pudiesen bajar más, empecé a pedir prestado dinero del Banco para cubrir las garantías. Las acciones de Cobre Anaconda se fundieron como las nieves del Kilimanjaro (no creas que no he leído a Hemingway), y finalmente se estabilizaron a 2 7/8. La confidencia del ascensorista de Boston respecto a United Corporation se saldó a 3,50. Las habíamos comprado a 60. La función de Cantor en el Palace fue magnífica ¿Goldman-Sachs a 156 dólares? Cuando la máxima depresión del mercado, podía comprárselas a un dólar por acción. El ir al desahucio financiero no constituyó una pérdida total. A cambio de mis doscientos cuarenta mil dólares obtuve un insomnio galopante, y en mi círculo social el desvelamiento empezó a sustituir al mercado de valores como principal tema de conversación."
Queen con una tremenda versión en directo en Montreal de Somebody to love...
Vale la pena cada segundo de la canción...
"Muy pronto un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la del país. Era un asuntillo llamado mercado de valores. Lo conocí por primera vez hacia 1926. Constituyó una sorpresa muy agradable descubrir que era un negociante muy astuto. O por lo menos eso parecía, porque todo lo que compraba aumentaba de valor. No tenía asesor financiero ¿Quién lo necesitaba? Podías cerrar los ojos, apoyar el dedo en cualquier punto del enorme tablero mural y la acción que acababas de comprar empezaba inmediatamente a subir. Nunca obtuve beneficios. Parecía absurdo vender una acción a treinta cuando se sabía que dentro del año doblaría o triplicaría su valor. Mi sueldo semanal era de unos dos mil, pero esto era calderilla en comparación con la pasta que ganaba teóricamente en Wall Street. Disfrutaba trabajando en la revista pero el salario me interesaba muy poco. Aceptaba de todo el mundo confidencias sobre el mercado de valores. Ahora cuesta creerlo pero incidentes como el que sigue eran corrientes en aquellos días. Subí a un ascensor del hotel Copley Plaza, en Boston. El ascensorista me reconoció y dijo:
- Hace un ratito han subido dos individuos, señor Marx, ¿sabe? Peces gordos, de verdad. Vestían americanas cruzadas y llevaban claveles en las solapas. Hablaban del mercado de valores y, créame, amigo, tenían aspecto de saber lo que decían. No se han figurado que yo estaba escuchándoles, pero cuando manejo el ascensor siempre tengo el oído atento. ¡No voy a pasarme toda la vida haciendo subir y bajar uno de estos cajones! El caso es que oí que uno de los individuos decía al otro: "Ponga todo el dinero que pueda obtener en United Corporation"
[…] Le di cinco dólares y corrí hacia la habitación de Harpo. Le informé inmediatamente acerca de esta mina de oro en potencia con que me había tropezado en el ascensor. Harpo acaba de desayunar y todavía iba en batín.
-En el vestíbulo de este hotel están las oficinas de un agente de Bolsa -dijo-. Espera a que me vista y correremos a comprar estas acciones antes de que se esparza la noticia.
-Harpo -dije-, ¿estás loco? ¡Si esperamos hasta que te hayas vestido, estas acciones pueden subir diez enteros! De modo que con mis ropas de calle y Harpo con su batín, corrimos hacia el vestíbulo, entramos en el despacho del agente y en un santiamén compramos acciones de United Corporation por valor de ciento sesenta mil dólares, con una garantía del veinticinco por ciento. Para los pocos afortunados que no se arruinaron en 1929 y que no estén familiarizados con Wall Street, permítanme explicar lo que significa esa garantía del veinticinco por ciento. Por ejemplo, si uno compraba ochenta mil dólares de acciones, sólo tenía que pagar en efectivo veinte mil. El resto se le quedaba a deber al agente. Era como robar dinero. El miércoles por la tarde, en Broadway, Chico encontró a un habitual de Wall Street, quien le dijo en un susurro:
-Chico, ahora vengo de Wall Street y allí no se habla de otra cosa que del Cobre Anaconda. Se vende a ciento treinta y ocho dólares la acción y se rumorea que llegará hasta los quinientos. ¡Cómpralas antes de que sea demasiado tarde! Lo sé de muy buena tinta. Chico corrió inmediatamente hacia el teatro, con la noticia de esta oportunidad. Era una función de tarde y retrasamos treinta minutos el alzamiento del telón hasta que nuestro agente nos aseguró que habíamos tenido la fortuna de conseguir seiscientas acciones. ¡Estábamos entusiasmados! Chico, Harpo y yo éramos cada uno propietarios de doscientas acciones de estos valores que rezumaban oro.
El agente incluso nos felicitó. Dijo:
- No ocurre a menudo que alguien entre con tan buen pie en una Compañía como la Anaconda.
El mercado siguió subiendo y subiendo. Cuando estábamos de gira, Max Gordon, el productor teatral, solía ponerme una conferencia telefónica cada mañana desde Nueva York, sólo para informarme de la cotización del mercado y de sus predicciones para el día. Dichos augurios nunca variaban. Siempre eran "arriba, arriba, arriba". Hasta entonces yo no había imaginado que uno pudiera hacerse rico sin trabajar. Max me llamó una mañana y me aconsejó que comprara unos valores llamados Auburn. Eran de una compañía de automóviles, ahora inexistente.
-Marx -dijo- es una gran oportunidad. Pegará más saltos que un canguro. Cómpralo ahora, antes de que sea demasiado tarde. Luego añadió:
-¿Por qué no abandonas el teatro y olvidas esos miserables dos mil semanales que ganas? Son calderilla. Tal como manejas tus finanzas, aseguraría que puedes ganar más dinero en una hora, instalado en el despacho de un agente de valores, que los que puedes obtener haciendo ocho representaciones semanales en Broadway.
-Max -contesté-, no hay duda de que tu consejo es sensacional. Pero al fin y al cabo tengo ciertas obligaciones con Kaufman, Ryskind, Irving Berlin y con mi productor Sam Harris. Los que por entonces no sabía era que Kaufman, Ruskind, Berlin y Harris también compraban a crédito y que, finalmente, iban a ser aniquilados por sus asesores financieros. Sin embargo, por consejo de Max, llamé inmediatamente a mi agente y le instruí para que me comprara quinientas acciones de la Auburn Motor Company. Pocas semanas más tarde, me encontraba paseando por los terrenos de un club de campo, con el señor Gordon […]
El día anterior, las Auburn habían pegado un salto de treinta y ocho enteros. Me volví hacia mi compañero de golf y dije:
-Max, ¿cuanto tiempo durará esto?
Max repuso, utilizando una frase de Al Jolson.
-Hermano, ¡todavía no has visto nada!
Lo más sorprendente del mercado, en 1929, era que nadie vendía una sola acción. La gente compraba sin cesar. Un día, con cierta timidez, hablé a mi agente acerca de este fenómeno especulativo.
- No sé gran cosa sobre Wall Street - empecé a decir en son de disculpa- pero, ¿qué es lo que hace que esas acciones sigan ascendiendo? ¿No debiera haber alguna relación entre las ganancias de una compañía, sus dividendos y el precio de venta de sus acciones?
Por encima de mi cabeza, miró a una nueva víctima que acababa de entrar en su despacho y dijo:
- Señor Marx, tiene mucho que aprender acerca del mercado de valores. Lo que usted no sabe respecto a las acciones serviría para llenar un libro.
- Oiga, buen hombre -repliqué-. He venido aquí en busca de consejo. Si no sabe usted hablar con cortesía, hay otros que tendrán mucho gusto en encargarse de mis asuntos. Y ahora ¿qué estaba usted diciendo?
Adecuadamente castigado y amansado, respondió:
- Señor Marx, tal vez no se dé cuenta, pero éste ha cesado de ser un mercado nacional. Ahora somos un mercado mundial. Recibimos órdenes de compra de todos los países de Europa, de América del Sur e incluso de Oriente. Esta mañana hemos recibido de la India un encargo para comprar mil acciones de Tuberías Crane.
Con cierto cansancio pregunté:
-¿Cree que es una buena compra?
-No hay otra mejor -me contestó-. Si hay algo que todos hemos de usar son las tuberías. (Se me ocurrieron otras cuantas cosas más, pero no estaba seguro de que apareciesen en las listas de cotizaciones.)
-Eso es ridículo -dije-. Tengo varios amigos pieles rojas en Dakota del Sur y no utilizan las tuberías. -Solté una carcajada para celebrar mi salida, pero él permaneció muy serio, de modo que proseguí-. ¿Dice usted que desde la India le envían órdenes de compra de Tuberías Crane? Si en la lejana India piden tuberías, deben de saber algo sensacional. Apúnteme para doscientas acciones; no, mejor aún, que sean trescientas Mientras el mercado seguía ascendiendo hacia el firmamento, empecé a sentirme cada vez más nervioso. El poco juicio que tenía me aconsejaba vender, pero, al igual que todos los demás primos, era avaricioso. Lamentaba desprenderme de cualquier acción, pues estaba seguro de que iba doblar su valor en pocos meses. Mientras el mercado seguía ascendiendo hacia el firmamento, empecé a sentirme cada vez más nervioso. El poco juicio que tenía me aconsejaba vender, pero, al igual que todos los demás primos, era avaricioso. Lamentaba desprenderme de cualquier acción, pues estaba seguro de que iba doblar su valor en pocos meses. En los periódicos actuales leo con frecuencia artículos relativos a espectadores que se quejan de haber pagado hasta un centenar de dólares por dos entradas para ver My Fair Lady (Personalmente opino que vale esos dólares.) Bueno, una vez pague treinta y ocho mil por ver a Eddie Cantor en el Palace […] Cantor era vecino mío en Great Neek. Como era viejo amigo suyo cuando terminó la representación fue a verle en su camerino. […]
Encanto -prosiguió Cantor-, ¿qué te ha parecido mi espectáculo?
Miré hacia atrás, suponiendo que habría entrado alguna muchacha. Desdichadamente no era así, y comprendí que se dirigía a mí.
Eddie, cariño - contesté con entusiasmo verdadero-, ¡has estado soberbio! Me disponía a lanzarle unos cuantos piropos más cuando me miró afectuosamente con aquellos ojos grandes y brillantes, apoyó las manos en mis hombros y dijo:
-Precioso, ¿tienes algunas Goldman Sachs? -
Dulzura -respondí (a este juego pueden jugar dos)-, no sólo no tengo ninguna, sino que nunca he oído hablar de ellas ¿Qué es Goldman Sachs? ¿Una marca de harinas?
Me cogió por ambas solapas y me atrajo hacia mí. Por un momento pensé que iba a besarme.
-¡No me digas que nunca has oído hablar de las Goldman Sachs! -exclamó incrédulamente-. Es la compañía de inversiones más sensacional de todo el mercado de valores. Luego consultó su reloj y dijo:
-Hoy es demasiado tarde. La Bolsa está ya cerrada. Pero, mañana por la mañana, nene, lo primero que tienes que hacer es coger el sombrero y correr al despacho de tu agente para comprar doscientas acciones de Goldman Sachs. Creo que hoy ha cerrado a 156… ¡y a 156 es un robo!
Luego Eddie me palmoteó una mejilla, yo le palmoteé la suya y nos separamos. ¡Amigo! ¡Qué contento estaba de haber ido a ver a Cantor a su camerino! Figurese, si no llego a ir aquella tarde al Teatro Palace, no hubiese tenido aquella confidencia. A la mañana siguiente, antes del desayuno, corrí al despacho del agente en el momento en que se abría la Bolsa. Aflojé el veinticinco por ciento de treinta y ocho mil dólares y me convertí en afortunado propietario de doscientas acciones de la Goldman Sachs, la mejor compañía de inversiones de América Entonces empecé a pasarme las mañanas instalado en el despacho de un agente de Bolsa, contemplando un gran cuadro mural lleno de signos que no entendía. A no ser que llegara temprano, ni siquiera me era posible entrar. Muchas de las agencias de Bolsa tenían más público que la mayoría de los teatros de Broadway. Parecía que casi todos mis conocidos se interesaran por el mercado de valores. La mayoría de las conversaciones se limitaban a la cantidad que tal y tal valor habían subido la semana pasada, o cosas similares. El fontanero, el carnicero, el panadero, el hombre del hielo, todos anhelantes de hacerse ricos, arrojaban sus mezquinos salarios -y en muchos casos sus ahorros de toda la vida- en Wall Street.
Ocasionalmente, el mercado flaqueaba, pero muy pronto se liberaba la resistencia que ofrecían los prudentes y sensatos, y proseguía su continua ascensión. De vez en cuando algún profeta financiero publicaba un artículo sombrío advirtiendo al público que los precios no guardaban ninguna proporción con los verdaderos valores y recordando que todo lo que sube debe bajar. Pero apenas si nadie prestaba atención a estos conservadores tontos y a sus palabras idiotas de cautela. Incluso Barney Baruch, el Sócrates de Central Park y mago financiero americano, lanzó una llamada de advertencia. No recuerdo su frase exacta, pero venía a ser así: "Cuando el mercado de valores se convierte en noticia de primera página, ha sonado la hora de retirarse." Yo no estaba presente cuando la Fiebre del Oro del cuarenta y nueve. Me refiero a 1849. Pero imagino que esa fiebre fue muy parecida a la que ahora infectaba al todo el país. El presidente Hoover estaba pescando y el resto del gobierno federal parecía completamente ajeno a lo que sucedía. No estoy seguro de que hubiesen conseguido algo aunque lo hubieran intentado, pero en todo caso el mercado se deslizó alegremente hacia su perdición. Un día concreto, el mercado comenzó a vacilar. Unos cuantos de los clientes más nerviosos fueron presos del pánico y empezaron a descargarse. Eso ocurrió hace casi treinta años y no recuerdo las diversas fases de la catástrofe que caía sobre nosotros, pero así como al principio del auge todo el mundo quería comprar, al empezar el pánico todo el mundo quiso vender. Al principio las ventas se hacían ordenadamente, pero pronto el pánico echó a un lado el buen juicio y todos empezaron a lanzar al ruedo sus valores que por entonces solo tenían el nombre de tales. Luego el pánico alcanzó a los agentes de Bolsa, quienes empezaron a chillar reclamando garantías adicionales. Esta era una broma pesada, porque la mayor parte de los accionistas se habían quedado sin dinero, y los agentes empezaron a vender acciones a cualquier precio. Yo fui uno de los afectados. Desdichadamente, todavía me quedaba dinero en el Banco. Para evitar que vendieran mi papel empecé a firmar cheques febrilmente para cubrir las garantías que desaparecían rápidamente.
Luego un martes espectacular, Wall Street lanzó la toalla y se derrumbó. Eso de la toalla es una frase adecuada, porque por entonces todo el país estaba llorando. Algunos de mis conocidos perdieron millones. Yo tuve más suerte. Lo único que perdí fueron doscientos cuarenta mil dólares (o ciento veinte semanas de trabajo, a dos mil por semana). Hubiese perdido más pero era todo el dinero que tenía. El día del hundimiento final, mi amigo, antaño asesor financiero y astuto comerciante, Max Gordon, me telefoneó desde Nueva York. [...] Todo lo que dijo fue: "¡la broma ha terminado!" Antes de que yo pudiese contestar el teléfono se había quedado mudo. En toda la bazofia escrita por los analistas del mercado, me parece que nadie hizo un resumen de la situación de una manera tan sucinta como mi amigo el señor Gordon. En aquellas palabras lo dijo todo. Desde luego, la broma había terminado. Creo que el único motivo por el que seguí viviendo fue el convencimiento consolador de que todos mis amigos estaban en la misma situación. Incluso la desdicha financiera, al igual que la de cualquier otra especie, prefiere la compañía. Si mi agente hubiese empezado a vender mis acciones cuando empezaron a tambalearse, hubiese salvado una verdadera fortuna. Pero como no me era posible imaginar que pudiesen bajar más, empecé a pedir prestado dinero del Banco para cubrir las garantías. Las acciones de Cobre Anaconda se fundieron como las nieves del Kilimanjaro (no creas que no he leído a Hemingway), y finalmente se estabilizaron a 2 7/8. La confidencia del ascensorista de Boston respecto a United Corporation se saldó a 3,50. Las habíamos comprado a 60. La función de Cantor en el Palace fue magnífica ¿Goldman-Sachs a 156 dólares? Cuando la máxima depresión del mercado, podía comprárselas a un dólar por acción. El ir al desahucio financiero no constituyó una pérdida total. A cambio de mis doscientos cuarenta mil dólares obtuve un insomnio galopante, y en mi círculo social el desvelamiento empezó a sustituir al mercado de valores como principal tema de conversación."
Queen con una tremenda versión en directo en Montreal de Somebody to love...
Vale la pena cada segundo de la canción...
sábado, 4 de julio de 2009
Cuatro de Julio... canta Springsteen
Bruce Springsteen canta en 1975 la impresionante "4th of July Asbury Park, Sandy"...
Buen fin de semana a todo el mundo. Y recordemos un proverbio de una tribu india:
"Si quieres ser fuerte como el bisonte, no comas al bisonte sino come lo que él come."
Buen fin de semana a todo el mundo. Y recordemos un proverbio de una tribu india:
"Si quieres ser fuerte como el bisonte, no comas al bisonte sino come lo que él come."
jueves, 2 de julio de 2009
El pais del Sol Naciente... para disfrutarlo
Cuanto más leo sobre Japón más ganas tengo de ir...
"Amar es buscar y ser buscado al mismo tiempo"
Confesiones de una máscara, 1949
Yukio Mishima, (三島由紀夫,) escritor japonés (1925-1970)
el time-lapse de Tokyo es de Samuel Cockedey
"Amar es buscar y ser buscado al mismo tiempo"
Confesiones de una máscara, 1949
Yukio Mishima, (三島由紀夫,) escritor japonés (1925-1970)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)